lunes, 30 de marzo de 2015

El cuento del cuervo de Edgar Allan Poe

El cuervo es un poema narrativo que fue publicado por primera vez en 1845 y constituye su composición poética más famosa. Son notables su musicalidad, el lenguaje estilizado y la atmósfera sobrenatural que logra recrear. 

El cuervo sigue a un narrador sin nombre, que al principio está sentado leyendo «un raro infolio de olvidados cronicones», con la intención de olvidar la pérdida de su amada Leonor. Un «golpeteo en la puerta de su habitación» no revela nada, pero incita al alma a «encenderse». Se oye un golpeteo similar, ligeramente más fuerte, esta vez en la ventana. Cuando el joven va a investigar, un cuervo entra a su habitación. Sin prestar atención al hombre, el cuervo se posa sobre un busto de Palas. Divertido por el cómicamente serio comportamiento del ave, el hombre le pregunta su nombre. La única respuesta del cuervo es «nunca más». El narrador se muestra sorprendido ante la capacidad del ave para hablar, si bien no dice otra cosa. Supone que el cuervo aprendió a decir «nunca más» de algún «amo infeliz», y que es lo único que sabe decir. El narrador comenta que su «amigo» el cuervo pronto se irá volando de su vida, así como «otros amigos se han ido volando antes» junto con sus esperanzas. Como contestándole, el cuervo vuelve a decir: «nunca más». El narrador se convence de que esa única palabra, Nevermore, «nunca más»,
posiblemente adquirida de un viejo amo con mala suerte, es lo único que puede decir. 



Aun así, el narrador coloca su silla justo enfrente del cuervo, determinado a saber más sobre él. Se queda pensando por un momento, sin decir nada, pero su mente lo lleva de nuevo a su perdida Leonor. Piensa que el aire se vuelve cada vez más denso y siente la presencia de ángeles. Confuso por la asociación de los ángeles con el ave, el narrador se pone furioso, llamando al cuervo «cosa del demonio» y «profeta». Mientras el hombre grita ante el cuervo, este sólo le responde «nunca más». Finalmente, le pregunta al animal si él se encontraría con Leonor en el cielo. Cuando responde con su típica frase «nunca más», grita y le ordena al cuervo regresar a la «ribera Plutónica», aunque este jamás se mueve. Presumiblemente en el tiempo de la recitación del poema, el cuervo «aún está sentado» sobre el busto de Palas. La admisión final del narrador es que su alma está atrapada bajo la sombra del cuervo y que será liberada «nunca más». 

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